TONY CHASCARRITO
PEDRO CARTES DÍAZ
“Eso nos enseñaron mucho, a sabernos pintar de payaso, ponernos frente a un espejo, hacer muecas, poner caras y viendo cuál es la pintada o la pintura que nos queda a nosotros, ¡si no es llegar y pintarse!, no es llegar y ponerse una peluca, entonces, en ese tiempo, nos hacían entender sí o sí”.
“Hay dos diferencias, payaso es uno y Tony es otro. El Tony es el que se subía a los trapecios, cuando salía la bailarina y se ponía a “tonear”, a hacer la cosa graciosa; y el payaso es un niño sin maldad, que en la casa se divierte mientras los papás no están y causa risa. Es el que produce risa y el Tony es el que sube a los trapecios, que se le caen los pantalones, el que hace cama elástica y saltan también los pantalones, el que “tonea” los números. Eso es lo que mis padres me enseñaron y mi abuelo también”.
“El payaso siempre fue un niño, chiquito, que se pone la ropa del papá y anda haciendo travesuras en su casa. Los zapatos grandes, la ropa le queda grande.”
“El payaso tiene que ser actor, tiene que ser psicólogo, tiene que aprender a conocer el pueblo a donde llegamos, en mi caso personal, mi padre lo primero que me enseñó cuando llegamos, los que somos payasos y llegamos a algún pueblo, siempre en los pueblos medianos y chicos hay un referente, un conocido, que es el curaíto, el niño medio raro, entonces nosotros vamos y tenemos que consultar, hacernos amigo, amistades, como tu ves yo soy amistoso y hablador por eso, porque mi padre me enseñó eso, cosa que cuando tu entras a trabajar tengas con qué defenderte, cosa que los payasos nuevos de ahora no saben”.